martes, 4 de enero de 2011

Pros y contras del Parto Domiciliario


Por miedo a su medicalización o para no repetir experiencias negativas, muchas parejas eligen dar a luz en su casa. Qué es lo que hay que tomar en cuenta antes de inclinarse por esa opción

*Nota publicada en el Diario La Nación. Sábado 1 de julio de 2006



Pros y contras del parto domiciliario
Foto gentileza María Thompson

"Mientras el bebe nacía, el obstetra sacaba fotos."
Así resume María el nacimiento de su hijo Pedro. Ella eligió dar a luz en su hogar, porque incluso antes de quedar embarazada había ciertas situaciones relacionadas con el momento del parto que la inquietaban. "Escuchaba lo que pasaba y lo que me asustaba era la episiotomía y pasar por un goteo", dice.
Las vueltas de la vida hicieron que se enterara de que algunos profesionales -parteras y obstetras- aceptaban asistir los partos en el lugar que la mujer eligiera.
"Guillermo, mi compañero con quien convivo desde hace 5 años, pensaba: ¿Por qué no puedo tener una mujer normal? " Pero después de ir a una de las charlas que dan todos los meses en el consultorio de quien finalmente fue su obstetra todo cambió. "Vimos un video y hasta él se convenció", recuerda.
"El parto fue maravilloso. Empecé con pequeñas contracciones a las 3 de la tarde y a las dos horas llamé al equipo; cuando llegaron a casa ya tenía siete de dilatación. Mientras, Guillermo me tocaba la guitarra y yo estaba en la bañadera con agua y hierbas de melisa. Estar en mi lugar me relajaba, hacía lo que quería. No tenía dolor. Alrededor de la una rompí bolsa, sólo ahí la partera y el obstetra se empezaron a preparar. Yo quería parir en la que iba a ser la pieza del bebe, pero finalmente usamos la nuestra. Guille me sostenía desde atrás mientras yo pujaba. Nació nuestro hijo y ni siquiera me desgarré."

Sensaciones similares les ocurren a otras mujeres que optan por elegir partos domiciliarios, como Josefina, madre de una nena de 3 años y de un bebe de casi dos meses. "La inquietud de parir en mi casa la tuve desde muy chica; sabía que las mujeres pueden parir solas, por eso busqué a alguien que me dejara decidir en el parto. Supongo que la buena transmisión de los partos de mi mamá me ayudó.
"El dolor que sentís cuando se abre el canal de parto es pura emoción. Incluso al varón lo recibí yo. En ambas ocasiones me sentí muy contenida, con todos mis derechos ejercidos."
También hay mujeres que eligieron su casa luego de haber tenido una experiencia traumática en una institución médica. Es el caso de Roxana, madre de un varón y dos nenas; la más chica, de sólo 15 días.
"En mi primer parto, en un sanatorio, me dieron peridural y me quedé dormida -cuenta Roxana-. Además, me pusieron goteo y me hicieron episiotomía. Todo me daba miedo; nunca había estado internada. No quería que mi segunda experiencia fuera así, y mediante un grupo de crianza llegué a los partos domiciliarios. Lo que me tranquilizó es que hasta último momento podés elegir si querés o no parir en tu casa o en otro lugar. Ya en el segundo parto la conciencia corporal fue total. Los asistentes tienen total disponibilidad, incluso te suturan arrodillados en el piso si es necesario."

Roxana y su marido armaron una pileta especial en su casa y allí nacieron las nenas.
Silvina pasó por una situación especial. Su primer parto fue en un hospital. "Llegué con cuatro de dilatación, entonces me pusieron el aparato de monitoreo fetal y me lo apoyaron encima mío, así que tenía que estar inmóvil. Además, al coserme la episiotomía me produjeron un hematoma."
Pero eso no fue todo, el bebe nació con síndrome de Down. "Los médicos me lo dijeron de una manera muy científica, con mi marido no nos sentimos contenidos, queríamos irnos de ahí. Quedé con miedos, me sentía vulnerable. Para el segundo embarazo querían hacerme todo tipo de análisis, así que busqué opciones", recuerda.
"Al principio no pensaba en un parto domiciliario porque los consideraba riesgosos. Por suerte me decidí y fue una experiencia intensa, con mucho amor y contención. La partera está a tu servicio, pero es casi imperceptible. Estuve cuatro días con 8 de dilatación y nadie apuró el proceso, fue todo natural."

El lugar de la madre ¿Parir en una casa es riesgoso? ¿Trae beneficio? Lo cierto es que, años atrás, las mujeres daban a luz en sus hogares, casi siempre rodeadas de otras mujeres. Pero esa costumbre se fue perdiendo.
"Probablemente el sistema médico descubrió que se perdía más del 50% de la población, y empezaron a ofrecer la posibilidad de ir al hospital cuando hubiera un problema. En poco tiempo no dejaron entrar a las parteras que no fueran de la institución, llenaron de miedo a las mujeres y éstas comenzaron a asistir masivamente a esos lugares", explica Raquel Schallman, partera.
"La medicina actual no le da lugar a decidir a la mujer. Incluso, a muchas no se las deja llegar al fin del embarazo, se las interna sin trabajo de parto y les ponen goteo. La sociedad se ha medicalizado, el discurso médico lo comparten tanto los profesionales como las mujeres. Se perdió la idea de lo natural", describe Carlos Burgo, obstetra que asistió los partos de María, Josefina, Roxana y Silvina.
"En oposición, sostenemos la idea de humanización. Recuperar el espacio de asistencia que da libertad de decisión a la embarazada, intimidad y protagonismo. Que el equipo asistente haga una crítica de cada recurso asistencial antes de aplicarlo."
Uno de los temas que señalan las mujeres que eligen parir en sus casas es que pueden elegir la posición que les sea más cómoda al momento de dar a luz. "Acostarlas es una actitud abusiva, contra lo que marca la propia naturaleza biológica. Se las toma como objeto", aclara Burgo.

"La otra ventaja es que en un lugar doméstico, cada parturienta puede sentirse segura y cómoda con sus objetos y lugares conocidos. Es la dueña del lugar. Además, puede moverse, caminar, meterse en el agua (lo que ayuda a relajarse y aliviar dolores), gritar, y si quieren no se depilan. No tiene que portarse bien ", señala Schallman.
Para Sandra La Porta, partera que asiste partos domiciliarios, "lo más seguro es escuchar a la mujer, generar su autoconfianza, que cada una sienta su esencia, que sepa lo que necesita. Las parteras debemos proveer más preguntas que respuestas, para así alentar la búsqueda interna. El parto es trascendente, implica un trabajo personal, que la mujer encare sus miedos, su sexualidad".

Contra la rutina El doctor Gustavo Katz, coordinador de la Guardia de Obstetricia del hospital Durand, asegura que un parto humanizado puede ser vivido en cualquier lugar. Todo depende de quienes lo asisten. "Cuando yo tenía una sola guardia a cargo, llegaba y sacaba la tijera de la caja de elementos para que no hicieran una episiotomía sólo por comodidad médica. Hay que respetar la fisiología del trabajo de parto. En los domiciliarios lo importante es que el equipo médico tenga en claro hasta qué punto se puede estar en la casa." Si bien Katz asistió partos domiciliarios, ahora acondicionó una sala de su consultorio en la que las mujeres pueden parir en el agua.
Cada vez que se elige un parto domiciliario, el equipo que asiste junto con la pareja elabora un plan B ante cualquier emergencia. Por eso, es importante estar cerca de un centro médico que les abra las puertas (no todos lo hacen). Además, son los futuros padres los que eligen cómo estarán acompañados, si sólo por una partera, o si agregan un obstetra e incluso un pediatra. Hay casos en los que no se puede hacer partos domiciliarios, como los gemelares.
"Como no es un parto apurado, siempre hay tiempo de reaccionar si pasa algo. Ante la menor duda nos vamos a una institución médica", advierte Burgo.
En pocas palabras, Laura Gutman, terapeuta familiar y autora de libros sobre maternidad y crianza, resume la importancia del entorno en el momento del parto: "Es fundamental. Una parturienta necesita particularmente no ser molestada, exigida ni demandada. El entorno debería estar totalmente disponible para las necesidades más sutiles de la parturienta. Esto facilita el trabajo de parto. Toda persona o circunstancia que obligue a la mujer a conectarse con otra cosa que no sean sus vivencias internas, obstruye el desarrollo del parto".
Por Marysol Antón
De la Redacción de LA NACION 
Las razones del dolor "Un parto gozoso no significa que no sea doloroso", aclara la partera Sandra La Porta. Es que el dolor tiene una razón de ser durante ese proceso. "El dolor de parto no es comparable con otros, es fisiológico y no patológico. Incluso, no es igual al generado por las drogas que inducen el nacimiento. Durante el embarazo, el bebe forma parte del cuerpo de la madre, para poder soltarlo es necesario atravesar el preparto, que lleva tiempo y dolor", describe su colega, Raquel Schallman.
Por eso también es muy importante la preparación de la mujer para llegar al momento del alumbramiento. No sólo deben aprender a pujar, también es necesaria una introspección y conectarse con su cuerpo desde lo emotivo.
Qué dice la ley de parto humanizado La llamada "ley de parto humanizado" -ley nacional N° 25.929- enumera los derechos de las madres y de sus hijos. Algunos de esos derechos son:
a) Ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que pudieran tener lugar durante esos procesos de manera que pueda optar libremente cuando existan diferentes alternativas.
b) Ser tratada con respeto, y de modo individual y personalizado que le garantice la intimidad durante todo el proceso asistencial y tenga en consideración sus pautas culturales.
c) Ser considerada, en su situación respecto del proceso de nacimiento, como persona sana, de modo que se facilite su participación como protagonista de su propio parto.
d) Al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y el suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer.
g) Estar acompañada por una persona de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto y posparto.
h) Tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en el establecimiento sanitario, siempre que el recién nacido no requiera cuidados especiales.
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